27 de mayo de 2014

Haruki Murakami



Este amor me conducirá a algún sitio. No puedo impedir que esta fuerte corriente me arrastre. Ya no tengo elección. Tal vez me lleve a un mundo especial que jamás he conocido. A un lugar lleno de peligros, quizá. Donde se esconda algo que me inflija una herida profunda, mortal. Tal vez pierda lo que poseo. Pero ya no puedo volver atrás. Sólo puedo abandonarme a la corriente que discurre ante mis ojos. Aunque me consuma entre las llamas, aunque desaparezca para siempre.” 

– Sputnik, mi amor (Haruki Murakami)





20 de mayo de 2014

Her - Escrita y dirigida por Spike Jonze.




- Bueno, estaba pensando que no tenemos fotografías juntos. 
Y esta canción podría ser como una fotografía. Que nos captura en este momento de nuestra vida juntos. - Me gusta nuestra fotografía. - Puedo verte en ella. - Estoy en ella.



Es como si estuviera leyendo un libro y es un libro que amo profundamente. Pero ahora lo leo muy lentamente. Así que las palabras están muy separadas y el espacio entre las palabras es casi infinito. Aún puedo sentirte a ti y a las palabras de nuestra historia. Pero es en este espacio infinito entre las palabras que me estoy encontrando a mí misma. Es un lugar que no existe en el plano físico. Es donde está todo lo demás que ni siquiera sabía que existía.

- Sin importar cuanto lo quiera, ya no puedo vivir en tu libro. - ¿Adónde iras? - Sería difícil de explicar. Pero si alguna vez llegas ahí ven a buscarme. Nada nos separaría jamás. - Jamás he amado a alguien de la forma que te amo a ti. - Yo tampoco. Ahora ya lo sabemos.


Querida Catherine. He estado sentado aquí pensando en todas las cosas por las que quiero disculparme. Todo el dolor que nos causamos mutuamente. De todo por lo que te culpé. Todo lo que necesitaba que fueras o dijeras. Lamento eso. Siempre te amaré por qué crecimos juntos. Y me ayudaste a ser quien soy. Solo quería que supieras que siempre habrá una parte de ti dentro de mí. Y estoy agradecido por eso. En quien sea que te conviertas y donde sea que te encuentres en el mundo te envió mi amor. Eres mi amiga hasta el final. Con amor, Theodore. Enviar.

19 de mayo de 2014

Julio Cortázar


Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos ("muy mallarmeanos", dijo después el mismo) Presencia. En 1949 aparece su obra dramática Los reyes. Apenas dos anos después, en 1951, publica Bestiario: ya surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973). El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituída por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra. 

Los Reyes (1949) 
Bestiario (1951) 
Final de Juego (1956) 
Continuidad de los parques 
No se culpe a nadie 
Las armas secretas (1959) 
Los premios (1960) 
Historias de Cronopios y de Famas (1962) 
Instrucciones para subir una escalera 
Historias de Cronopios y de Famas 
Conducta en los velorios 
Rayuela (1963) 
del capítulo 7 
del capítulo 68 
Todos los fuegos el fuego (1966) 
La vuelta al día en ochenta mundos (1967) 
la máquina para leer Rayuela y otras historias 
62/Modelo para armar (1968) 
Último round (1969) 
La prosa del Observatorio (1972) 
Libro de Manuel (1973) 
Octaedro (1974) 
Alguien anda por ahí (1977) 
Territorios (1978) 
Un tal Lucas (1979) 
Lucas, sus pudores 
Quremos tanto a Glenda (1980) 
Deshoras (1982) 
Nicaragua tan violentamente dulce (1983) 
Los autonautas de la cosmopista (1983, escrito con Carol Dunlop) 
Divertimento (1986) 
El Examen (1986) 
Diario de Andrés Fava (1995) 
Adiós Robinson (1995) 

8 de mayo de 2014

Jaime Sabines


Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar de amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles. Te quiero como para ir a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás. Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.


6 de mayo de 2014

Rayuela - Cáp. 21 - Cortázar


"Crevel desconfía y lo comprendo. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos. Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos y llenan de polvo de oro una habitación o un verso. ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta de pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos.

    Inútil. Condenado a ser absuelto. Vuélvase a casa y lea Spinoza. La Maga no sabe quién es Spinoza. La Maga lee interminables novelas de rusos y alemanes y Pérez Galdós y las olvida enseguida. Nunca sospechará que me condena a leer a Spinoza. Juez inaudito, juez por sus manos, por su carrera en plena calle, juez por sólo mirarme y dejarme desnudo, juez por tonta e infeliz y desconcertada y roma y menos que nada. Por todo eso que sé desde mi amargo saber, con mi podrido rasero de universitario y hombre esclarecido, por todo eso, juez. Dejate caer, golondrina, con esas filosas tijeras que recortan el cielo de Saint-Germain-des-Prés, arrancá estos ojos que miran sin ver, estoy condenado sin apelación, pronto a ese cadalso azul al que me izan las manos de la mujer cuidando a su hijo, pronto la pena, pronto el orden mentido de estar solo y recobrar la suficiencia, la egociencia, la conciencia. Y con tanta ciencia una inútil ansia de tener lástima de algo, de que llueva aquí dentro, de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por fin a cosas vivas".


Llamarte Amor.

Cuántas veces decidimos abandonar
Cuántas veces me despedí de tus labios
Y resulta que una fuerza extraña
nos vuelve a juntar.

Debilidad que
nos hace cada vez más aliados.
Más cómplices de algo que 
no tiene un por qué.
Debilidad que me aflige saber 
que no quiero morirme
sin un día poder
llamarte "amor".




3 de mayo de 2014

Moonrise Kingdom


-¿Por qué siempre usas binoculares? -Me ayuda a ver las cosas más de cerca. Incluso si no están muy lejos. Finjo que es mi poder mágico. -Eso suena a poesía. -Los poemas no siempre tienen que rimar, ya sabes. Sólo se supone que sean creativos.



Admito que sabíamos que íbamos a tener problemas. Esa parte es verdad. Sabíamos que la gente estaría preocupada. Y aún así huimos de todos modos. Sin embargo, algo también sucedió, que no lo hicimos a propósito. Cuando nos conocimos mutuamente, algo nos pasó.

La misma dirección

Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño.

Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño.